Desde unos kilómetros antes de la frontera ya sentíamos y observábamos el cambio de vegetación, la diferencia en las rutas y la gente que vivía en estos lugares.
En la frontera, nos reecontramos con la pareja que habíamos encontrado en Lamiga y después de unos pocos minutos de espera, un Jueves 9 de Julio a la tarde cruzamos a lo desconocido, Albania.
Una vez en tierras albanesas nos dirigimos por la única ruta posible hacia Skhoder, ciudad al norte del país y de la cual no teníamos mucha información, solo sabíamos que estaba ubicada al pie de un lago y que era una ciudad grande comparada con otros pueblos alrededor.
El camino ya nos avisaba lo que nos íbamos a encontrar en Albania, paisajes rurales, montañas no muy altas y pueblos pequeños al costado de la ruta, una ruta compartida por autos, motos, bicis y distintos animales arriados por campesinos. En cada pueblito personas muy amables y alegres que nos saludaban apenas nos veían venir.
Después de disfrutar este cambio de aire y en una ruta bastante favorable, llegamos a nuestra primer ciudad albanesa. Si todo lo anterior nos había sorprendido, al entrar a la ciudad, nuestro asombro fue mayor, nos encontramos con una ciudad con edificaciones viejas muy descuidadas y descoloridas, muchisima gente en bicicletas viejas y ningún semáforo, lo cual no seria problema si la gente se comportase como tal! En Shkoder cada uno hace lo que quiere, ed como si no hubiesen reglas, leyes o sentido comun, es asi como pudimos ver autos tratando de estacionar en lugares en donde no entraba ni una moto (a lo q lo dejaban en diagonal) o gente en rotondas a contramano, todo es posible en esta ciudad! Cada vereda es un pequeño mercado, los vendedores se sientan con sus frutas, verduras, pescados recien sacados del agua o cualquier otra cosa vendible a ofrecerlos sin ninguna clase de puesto, simplemente en la vereda.
Después de dar un par de vueltas nos sentamos en la plaza principal del pueblo a tratar de asimilar el cambio de ciudades europeas con todo su orden y majestuosidad al pobre pero pintoresco nuevo país.
La plaza estaba repleta de personas esa tarde, la mayoría ancianos que se juntaban en rondas en cualquier espacio que encontraban y jugaban un juego, que después nos dimos cuenta que era el dominó.
Después de pedalear y recorrer un poco la ciudad, nos fuimos a la costanera del lago, lugar que elegimos para armar la carpa y descansar.
A la mañana siguiente nos desperto la lluvia, la primera del viaje! Salimos corriendo con los bolsos a buscar refugii en una obra y ahi esperamos una media hora hasta que paro y luego de un ultimo recorrido partimos hacia Lezhe ciudad camino a Tirana que habíamos marcado como punto en nuestro itinerario por Albania.
La ruta que tomamos, y la unica posible, era muy utilizada por camiones, lo cual sumado al viento de costado y la no existencia de banquinas, la tornaban en muy peligrosa, cada camion que pasaba nos frenaba el viento y nos empujaba para el otro lado, y empezamos a notar algo muy tipico de Albania, parece que lo unico que tienen en comun todos los conductores es que al pasar una bicicleta tocan bocina, algo muy molesto, sobretodo la de los camiones, pero que nos acompaño en todo el país.
Al llegar a Lezhe y con mucho calor producto del clima seco que predominaba en la región, nos dirigimos a lo que imaginábamos iba a ser una playa.
Otra vez nos volvió a sorprender ya que acostumbrados a playas sin arena sino con piedras en la mayoría de playas croatas y montenegrinas nos encontramos con una inmensa playa llena de arena y arboles en sus orillas.
Shengjin se llamaba la ciudad costera en la que pasamos la noche, una ciudad con mucho turismo, y que parecía que había crecido bastante en los últimos años ya que tenia bastantes edificios nuevos y una costa con los adoquines recién puestos. En esta ciudad turistica es donde empezamos a cruzarnos a chicos pidiendo plata o comida, a las afueras de los super o en la costanera donde la gente sale a caminar de noche, yendo y viniendo muchas veces. A los chicos, no teniamos mucho que ofrecerles, plata no teniamos y conida la justa para cada dia, pero logramos darles algo, una vuelta en bici! Lo cual les gusto mucho, no podiamos comunicarnos pero se notaba en sus sonrisas..
Luego de disfrutar la playa después de unos cuantos días de asfalto, nos dirigimos hacia la capital, antes teníamos que hacer una parada obligada ya que ese fin de semana se jugaba la primer fecha del campeonato argentino y como a lo largo de todo nuestro periodo lejos de Alberdi, teníamos que encontrar un lugar para verlo, sea la hora que fuese.
Así es que cuando la noche se acercaba llegamos a Fushe Kruje, ciudad cercana a Tirana, en donde luego de conocer la amabilidad de la gente albanesa, cuando un hombre que trabajaba en una estación de servicio, que no hablaba nada de ingles y ante la pregunta si conocía algún camping cercano, sin dudarlo nos ofreció el patio de su casa para quedarnos. En cualquier otra situación hubieramos aceptado sin dudarlo pero el hombre no sabia de nuestro ciego fanatismo hacia Belgrano, por ende luego de agradecerle, seguimos hacia la ciudad que planificamos como parada.
La suerte estaba de nuestro lado, porque en el primer bar que encontramos, tenia buena conexión y un empleado muy amable que asombrado por las remeras banderas y todo el ritual se prendió con nosotros para ver el partido.
Olsi Olsi se llamaba el albanés que laburaba en el lugar que contento miraba el partido y nos preguntaba acerca de Argentina, un poco en ingles y otro en italiano. Y si no nos podía faltar, el pirata no nos defraudo y dio vuelta el partido en el ultimo minuto, desatando la euforia y grito de dos locos en un bar viendo al equipo de sus amores.
El resto de lo que quedaba del día no tiene importancia, buscamos el primer lugar que encontramos y luego de conversar con el dueño de lo que parecía ser un negocio armamos la carpa y dormimos al lado, sabiendo que al día siguiente arribaríamos a la capital, pensado en todos los prejuicios y dudas acerca de lo que nos íbamos a encontrar ahí..