miércoles, 12 de agosto de 2015

Patras y el viaje en el tiempo

 Luego de cumplir los primeros mil kilómetros de viaje sobre dos ruedas y deseando volver a pisar la costa del mar, nos fuimos acercando a Patras, tercera ciudad mas grande de Grecia. Para ello debíamos cruzar un puente que nos separaba de esa ciudad. Como desde nuestra entrada a Grecia no habíamos pisado playa alguna, habíamos hecho muchos kilómetros a lo largo de pocos días y sabiendo que en esta ciudad nos esperaban un par de familias griegas para hospedarnos, decidimos disfrutar de la playa antes del puente, cercana a la ciudad Antirio. Allí después de charlar con holandeses que viajaban en motorhome y revivir recuerdos de nuestro viaje anterior, nos enteramos que también se podía cruzar en ferry. Ya cancheros con mil kilómetros en el lomo y viendo el majestuoso e impresionante puente, decidimos cruzarlo en bici.
Acá los griegos no se esmeraron mucho con el nombre porque debíamos cruzar desde la ciudad Antirio a Rio. Ya pedaleando, al inicio del puente, nos encontramos con avisos de peaje, como ya estábamos en el baile y había que seguir bailando, proseguimos. Al acercarnos a las casillas de peaje nos hacen señas de desviarnos por un costadito pero luego de las palabras mágicas, Argentina, Maradona y Messi pasamos sin ningún problema.
Ya en el otro lado del puente, nos dimos cuenta de la inmensa ciudad que se divisaba desde la otra orilla.
Esta se extendía varios kilómetros entre montañas y la costa y terminaba en un gigantesco puerto.
Panagiotis el primer griego q nos iba a hospedar nos avisó que a las 6 de la tarde nos esperaba en su casa. Como era la siesta y hacia muchísimo calor, fuimos a la playa a esperar a la hora de encuentro. Luego de encontrar la casa y de que Panas nos recibiera charlamos un rato y fue en ese entonces que nos dimos cuenta que algo andaba mal, su reloj de pared decía exactamente una hora más que nuestros relojes. Al ver el error y comentárselo a Panas, llegamos a dos conclusiones o viajamos en el tiempo o somos unos tremendos colgados y nunca cambiamos la hora al entrar al país heleno. Lo dejamos a libre interpretación pero lo mas gracioso es q no había pasado ni uno o dos días sino cinco días desde q habíamos atravesado la frontera y nunca nos dimos cuenta de ese pequeño error. Ahí fue cuando entre risas recordamos una tarde en Ioanina cuando en un súper que queríamos entrar nos dijeron q ya habían cerrado porque eran mas d las seis y nosotros nos fuimos sin entender mucho porque nuestros relojes marcaban claramente las cinco y pico.
Luego de este divertido malentendido y pasar un día en la casa de Panas, salir a tomar algo con sus amigos y dormir a pleno, nos saludamos ya que teníamos otra familia griega que visitar, quedaba a unas cuadras de la casa de Panas así que no nos costo demasiado encontrarla.
Despina nos recibió con la mejor onda y luego de presentar a su marido Kiriakos, nos invitó a conocer su casa, era un segundo piso con una excelente vista al mar y un balcón con muchísimas plantas.
Allí hay poco por resumir, la pasamos estupendo, además de probar las exquisitas comidas de Despina, charlamos de todo ya que ellos habían viajado a Argentina  y además  su esposo trabajaba en seguridad informático. Por si fuera poco descansamos a pleno y ya con todas las energías recargadas un Sábado 25 de julio partimos hacia nuestro próximo destino: la ciudad de Corintios.

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