En Fier estuvimos una noche nada mas, pero nos basto para conocer la calle del ghiro (la calle donde los albaneses salen a caminar tipo 7 y van y vienen), tomar una cerveza con Paul y después conocer a unos vecinos de Paul, quienes nos invitaron una cerveza mas, por supuesto la aceptamos. Al día siguiente Paul trabajaba a la mañana y nosotros debíamos juntarnos con Avito, un amigo que todavía no conocíamos mas que por facebook, pero teníamos este viaje en común. Avito esta viajando de Turquía a Croacia en bici, exactamente lo opuesto a nosotros Solo por ese hecho teníamos que cruzarnos en la ruta, charlar, y tomar una cervecita.
Nosotros le habíamos advertido a Avito no ir por la costa sur de Albania porque Pavel, en Montenegro, nos había avisado que la ruta va a 1000 metros sobre el nivel del mar, la ruta de la costa 1000 metros de altura, osea estas a 0 metros y en unos kilómetros estas a 1000, simplemente imposible para hacerlo en bici. Así todo Avito tomo esa ruta y nuestra esperanza de encontrarlo se esfumaba.
No fue hasta la mañana siguiente que leímos un mensaje de el que lo habían llevado hasta la cima de la montaña en un bondi y de ahí bajo andando en bici, por lo que al medio día iba a estar cerca de Fier, así fue que nos juntamos con Avito a charlar sobre el viaje, sobre las cosas locas que pasan al viajar en bici y muchas otras cosas mas.
Ese día queríamos hacer 100 km para juntarnos con George, el húngaro, a tomar una cerveza en Gjirokaster, pero sabíamos que no iba a ser fácil por que teníamos sólo la tarde para viajar, y eran 100 km. Como a la 1 de la tarde arrancamos a pedalear sabiendo que era poco probable que nos en encontremos con el húngaro, pero todavía con esperanza de lograrlo.
Hasta que en el horizonte empezamos a notar como esta hermosa ruta albanesa, plana y llena de puestos de sandia con gente que nos saludaba se iba enroscando entre las montañas y sabíamos que eso no podía ser bueno, ahí nuestra esperanza fue disminuyendo, al contrario que el calor que iba en aumento y ya se acercaba a los 40 grados a las 3 de la tarde, por eso decidimos frenar en uno de los únicos ríos no contaminados de Albania, un rió muy lindo con agua turquesa y helada. En el rió nos refrescamos y en un puesto de venta de cds de música, algo muy raro para estar en medio de la ruta) dormimos una siesta para pasar las horas de calor. Arrancamos de nuevo y llego la peor parte de la ruta, subidas que no tenían fin, en donde caminamos bastante al lado de la bici porque pedaleando no podíamos subir. Ahí fue cuando entendimos que con George brindariamos a la distancia porque a Gjirokaster no podíamos llegar, a donde pudimos llegar fue a Telepena, un pueblito en la montaña en donde prestamos nuestras bicis a un grupo de chicos que estaban jugando en la calle, fue gracioso un momento en el que a uno de ellos, al ver que nosotros les dejábamos andar en las bicis y eramos piolas, se le ocurrió pedirnos plata, lo gracioso no fue solo eso sino que fue cuando otro de los chicos lo cago a pedos. Ese día no teníamos dormir allí pero no quedo otra opción que buscar cerca de la ruta un lugar para la carpa y a la mañana siguiente continuar.
A Gjirokaster llegamos cerca del mediodía, pero solo comimos allí y seguimos hacia la frontera con Grecia, eran unos 30 km, y la ruta ya no subía tanto como antes, por lo que fue bastante lindo el tramo. Sumado a la ruta, el paisaje volvió a cambiar y en las montañas que estaban al lado de la ruta habían infinitos manantiales de agua y un bar abajo de una cascada de uno de estos, una muy linda ruta.
Así que que un 18 de julio llegamos a la frontera de Grecia, con la incertidumbre de si podríamos entrar, ya que a nosotros los sudacas, solo se nos permiten 90 días en la unión europea, y ya habían pasado.
En la frontera el policía casi no vio lis pasaportes así que, por suerte, pasamos sin problemas al país heleno. Unos policías aduaneros, al vernos en bici nos preguntaron donde dormiríamos, a lo que respondimos que en algún camping o hotel, ya que no sabíamos dr la legalidad de armar la carpa en cualquier lado en este nuevo país (después nos enteramos que es ilegal). Lo gracioso fue que de la frontera a la primer ciudad hay 50 km y eran las 8 de la noche, por lo que resultaba obvio que no llegaríamos, pero los policías no se dieron cuenta, así fue que hicimos unos 600 metros y encontramos el lugar para la carpa, arriba de una loma con vista al puesto aduanero.
El cruce de la aduana no solo hizo que cambiemos de país, sino que también cambio notablemente la flora de la región, en el lado griego todo el marrón y la sequía albanesa se convirtió en verde, bosques húmedos, los arboles estaban a los costados de la ruta y en las montañas.
Ioannina fue nuestra primer ciudad griega, una ciudad con un casco antiguo con una mezcla entre ruinas griegas, bizantinas y otomanas, lo cual nos iba haciendo ver lo que nos esperaba en el resto del viaje.
La ruta normalmente no nos trata bien, con sus caminos montañosos, con grandes subidas que luego tienen su recompensa con una hermosa bajada que después vuelve a ser subida. Este día la ruta estaba de nuestro lado y nos dio el mejor regalo que podíamos tener, algo que nunca antes nos había pasado, una bajada sin subida, y que bajada! (Por supuesto que en algún momento lo habíamos subido, pero fue en el transcurso de 3 días sin siquiera notarlo) una hermosa bajada, de esas que no tenes ni que pedalear, que apretar el freno es algo de lo que te arrepentirías el resto de tu vida, el viento refrescante en nuestra cara por aproximadamente 20 minutos, calculamos que la bajada fue de 8 km pero después la ruta continuo en bajada por unos 30km mas, solo que no tanta pendiente.
Esa sin duda fue la mejor bajada que tuvimos, y que tendremos, y siempre nos vamos a acordar de esos increíbles 30 minutos, de como la ruta se metía entre las montañas boscosas de un color verde obscuro, el olor a bosque y el ruido de arroyitos a los costados de la ruta.
Nosotros le habíamos advertido a Avito no ir por la costa sur de Albania porque Pavel, en Montenegro, nos había avisado que la ruta va a 1000 metros sobre el nivel del mar, la ruta de la costa 1000 metros de altura, osea estas a 0 metros y en unos kilómetros estas a 1000, simplemente imposible para hacerlo en bici. Así todo Avito tomo esa ruta y nuestra esperanza de encontrarlo se esfumaba.
No fue hasta la mañana siguiente que leímos un mensaje de el que lo habían llevado hasta la cima de la montaña en un bondi y de ahí bajo andando en bici, por lo que al medio día iba a estar cerca de Fier, así fue que nos juntamos con Avito a charlar sobre el viaje, sobre las cosas locas que pasan al viajar en bici y muchas otras cosas mas.
Ese día queríamos hacer 100 km para juntarnos con George, el húngaro, a tomar una cerveza en Gjirokaster, pero sabíamos que no iba a ser fácil por que teníamos sólo la tarde para viajar, y eran 100 km. Como a la 1 de la tarde arrancamos a pedalear sabiendo que era poco probable que nos en encontremos con el húngaro, pero todavía con esperanza de lograrlo.
Hasta que en el horizonte empezamos a notar como esta hermosa ruta albanesa, plana y llena de puestos de sandia con gente que nos saludaba se iba enroscando entre las montañas y sabíamos que eso no podía ser bueno, ahí nuestra esperanza fue disminuyendo, al contrario que el calor que iba en aumento y ya se acercaba a los 40 grados a las 3 de la tarde, por eso decidimos frenar en uno de los únicos ríos no contaminados de Albania, un rió muy lindo con agua turquesa y helada. En el rió nos refrescamos y en un puesto de venta de cds de música, algo muy raro para estar en medio de la ruta) dormimos una siesta para pasar las horas de calor. Arrancamos de nuevo y llego la peor parte de la ruta, subidas que no tenían fin, en donde caminamos bastante al lado de la bici porque pedaleando no podíamos subir. Ahí fue cuando entendimos que con George brindariamos a la distancia porque a Gjirokaster no podíamos llegar, a donde pudimos llegar fue a Telepena, un pueblito en la montaña en donde prestamos nuestras bicis a un grupo de chicos que estaban jugando en la calle, fue gracioso un momento en el que a uno de ellos, al ver que nosotros les dejábamos andar en las bicis y eramos piolas, se le ocurrió pedirnos plata, lo gracioso no fue solo eso sino que fue cuando otro de los chicos lo cago a pedos. Ese día no teníamos dormir allí pero no quedo otra opción que buscar cerca de la ruta un lugar para la carpa y a la mañana siguiente continuar.
A Gjirokaster llegamos cerca del mediodía, pero solo comimos allí y seguimos hacia la frontera con Grecia, eran unos 30 km, y la ruta ya no subía tanto como antes, por lo que fue bastante lindo el tramo. Sumado a la ruta, el paisaje volvió a cambiar y en las montañas que estaban al lado de la ruta habían infinitos manantiales de agua y un bar abajo de una cascada de uno de estos, una muy linda ruta.
Así que que un 18 de julio llegamos a la frontera de Grecia, con la incertidumbre de si podríamos entrar, ya que a nosotros los sudacas, solo se nos permiten 90 días en la unión europea, y ya habían pasado.
En la frontera el policía casi no vio lis pasaportes así que, por suerte, pasamos sin problemas al país heleno. Unos policías aduaneros, al vernos en bici nos preguntaron donde dormiríamos, a lo que respondimos que en algún camping o hotel, ya que no sabíamos dr la legalidad de armar la carpa en cualquier lado en este nuevo país (después nos enteramos que es ilegal). Lo gracioso fue que de la frontera a la primer ciudad hay 50 km y eran las 8 de la noche, por lo que resultaba obvio que no llegaríamos, pero los policías no se dieron cuenta, así fue que hicimos unos 600 metros y encontramos el lugar para la carpa, arriba de una loma con vista al puesto aduanero.
El cruce de la aduana no solo hizo que cambiemos de país, sino que también cambio notablemente la flora de la región, en el lado griego todo el marrón y la sequía albanesa se convirtió en verde, bosques húmedos, los arboles estaban a los costados de la ruta y en las montañas.
Ioannina fue nuestra primer ciudad griega, una ciudad con un casco antiguo con una mezcla entre ruinas griegas, bizantinas y otomanas, lo cual nos iba haciendo ver lo que nos esperaba en el resto del viaje.
La ruta normalmente no nos trata bien, con sus caminos montañosos, con grandes subidas que luego tienen su recompensa con una hermosa bajada que después vuelve a ser subida. Este día la ruta estaba de nuestro lado y nos dio el mejor regalo que podíamos tener, algo que nunca antes nos había pasado, una bajada sin subida, y que bajada! (Por supuesto que en algún momento lo habíamos subido, pero fue en el transcurso de 3 días sin siquiera notarlo) una hermosa bajada, de esas que no tenes ni que pedalear, que apretar el freno es algo de lo que te arrepentirías el resto de tu vida, el viento refrescante en nuestra cara por aproximadamente 20 minutos, calculamos que la bajada fue de 8 km pero después la ruta continuo en bajada por unos 30km mas, solo que no tanta pendiente.
Esa sin duda fue la mejor bajada que tuvimos, y que tendremos, y siempre nos vamos a acordar de esos increíbles 30 minutos, de como la ruta se metía entre las montañas boscosas de un color verde obscuro, el olor a bosque y el ruido de arroyitos a los costados de la ruta.
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